- “¿Te llevo los “útiles”?”
Inútil pregunta de un púber enamorado a la salida del colegio donado por Roger Balet.
Ella, blanca, esbelta delgadez sigue, incólume, impertérrita e indiferente, su rutina
trazada anticipada y obligatoriamente en dirección a la Estación Norte.
La escuela queda en silencio, su campana de bronce quieta, los árboles tiritando solitarios y el patio aguardando el remolino de voces que llegaría al otro día bajo la atenta mirada de la maestra de turno, Griselda Colombo.
Enfrente, pasajeros de urgencia, viajeros amodorrados, bajan o suben según sea el caso a y de los ómnibus y el mural de Quinquela los corona.
Los perros echados en la sombra, algún lustrabotas ofreciendo sus servicios y el diariero que corriendo como un endemoniado vocea el nombre de su diario en venta por la calle Pellegrini.
5 AÑOS DESPUES
Ella reina. Desde la carroza en primavera saluda agitando su
mano derecha con delicadeza. Algunos aplausos en la calle frente a la Plaza con el monumento al General San Martín en la Fiesta del Estudiante.
El locutor menciona su nombre y apellido, sus princesas, el nombre de la carroza, y el jurado toma nota.
Es setiembre. Hay perfume de azaleas y de nardos. Se envuelven en el aire con el aroma de los azahares mientras la música llena todo el centro de la ciudad.
Que alguien me contradiga si se anima, si esto no es un marco ideal para enamorarse.
No tiene novio o no se le conoce, pero el chico gentil la ve cada vez más
lejos. Ahora la sueña y no se anima siquiera a saludarla. El podría cantar la tonta canción de "Los Linces" que dice "la amo y no la puedo conquistar".
El es rico y no lo sabe, le dicen "pobre". Tiene un sólo pulover, y caspa.
Ella "tiene plata" pero sabemos que de clase media no pasa.
Van al mismo curso en la secundaria, pero no tienen
comunicación.
Ahora es reina y está bien formada, no por casualidad sus compañeros la eligieron Reina del Colegio. Nada le sobra, nada le falta y además sonríe.
No hay fotos, no es como hoy. Si hay alguna imagen en cualquier blog de estudiantes que ahora son abuelos, es difusa, borrosa y dolorosa.
30 AÑOS DESPUES ANTES DE LOS 5 DESPUES
Ella. Blanca, esbelta, cuidada figura e imagen del extremo
afán hedonista y fruto logrado. Nada parece haber caído aún. No hay ojeras,
tiene una sonrisa en el encuentro inesperado. No hay flores ni citas para una
cena, ambos están casados y cazados.
Hay un tercero, como un fantasma, vigilando por si acaso...
No vivió para dar como todos o casi todos, o la mayoría, damos.
Su compañero, un sesentón privilegiado, pareja a último
momento aterrizado.
Su belleza (la de ella) intacta.
Detrás de la ventanilla cobra, está casi todo el día de pie.
Y cobra, a veces sonríe, responde automáticamente, sella, corta, guarda, saluda.
Sus compañeras de la oficina la envidian.
A las 13 saldrá colocándose sus anteojos oscuros, con su cartera del brazo colgando, en pétrea dignidad como una veterana actriz de Cannes que quiere que la miren pero a la vez pasar desapercibida.
Un sombrero en su cabeza, un andar de pasarela mediática.
Sigue la rutina camino a su departamento cerca del Club Hípico. No tiene Facebook ni Twitter, ni correo electrónico ni nada que se le parezca.
Y sigue siendo una reina, pero no tiene colmena.
Gibbon Sinja Bone
Dedicado a todas las que hacen de su cuerpo un culto.