viernes, 26 de abril de 2024

De la Anguila de Manolo y cómo transcurría la vida

 N DE LA R

Con mucha alegría comunicamos que hemos tenido que despedir a toda la planta de personal que elaboraba los cuentos. Aquí la lista, y las razones de su despedida:

- Gibbon Sin Jabone. Se le obsequiaron repetidamente jabones siendo persistente y oblicua su negativa a la utilización del viscoso elemento por lo cual llegó al limite de sudoraciones soportables. Su negativa la basaba en que para utilizar el mencionado coso, debía cambiarse el apellido y perdería la herencia de los Gibbon, la cual fuera lograda por tropelías cometidas con Butch y su banda. DESPEDIDO.

- Wilson El Aceitoso. Realizada una auditoría indicada por la AAEA (Asociación Argentina de Escritores Anónimos), la RAE (Radiodifusión Autónoma Estabilizada) y nuestra CEI (Casa Editorial Inexistente) la misma dio por resultado un sinnúmero de delitos muchos de ellos comprobados y otros que son materia de investigación en la InJusticia. Cheques voladores (agarraba cheques y los tiraba desde la terraza del Hotel Salto Grande); robo de diversos elementos nunca pala en varias localidades de la Mesopotamia, atentados incendiarios y asustar gente escondido detrás de los árboles, apedreamiento de techos sin loza y petardismo no autorizado en lugares públicos. El susodicho cometía delitos para inspirar sus cuentos. DESPEDIDO.

- La Sana. Habiendo detectado que aparte de lo que le pagábamos por colaborar con los cuentos, era beneficiaria de un Plan. Para aumentar la Asignación se embarazó y apenas el espermatozoide fecundó el óvulo que osó posar frente a él, tramitó una AUH. DESPEDIDA.

- El Sanito. Investigaciones sucesivas dieron por cuenta una doble vida por lo que también se entendió doble moral, doble labureo para conseguir fondos e incentivos, falsificación de documento público, falso testimonio, fraude al fisco, robo con escalamiento, destrucción de pruebas  y falsificación de firma como asimismo tomarse todo el guindado que su Jefe, EL JEFE tenía guardado para el casamiento de dos guanacos chubutenses en El Chalía, por lo tanto siendo procesado por la Justicia, ha sido DESPEDIDO.

En próximas entregas iremos develando cómo se constituye el actual Staff. Por ahora sólo hemos añadido un colaborador: JAB a quien agradecemos sus investigaciones y aportes. 

INTROITUS PAGINAL (Introduciendo a la página, mal pensados!)

En el pequeño caserío de casas hechas con latas de aceite, madera de descarte, techo de chapas de cartón, los más afortunados casas de ladrillos con techos sonoros de zinc, todos eran muy ahorrativos. Ahorraban en el uso de sus nombres usando sobrenombres porque a los sobrenombres no había que pagarlos en el Registro Civil, a los nombres sí.

En ese barrio donde a la siesta los gurises no dormían y los techos de zinc sonaban apedreados, las cerbatanas eran de uso corriente como los barriletes, las gomeras, las E de los balastos, los tallos nacientes de caña como proyectiles, los rompeportones para hacer bromas, arcos y flechas de juguete, etc. etc., pasó esto: 

De la Anguila de Manolo y cómo transcurría la vida 

Raspò la cabeza roja que podía haber sido verde, del fosforito sacado de la cajita "Fragata", y encendió el fuego debajo del tacho donde Manolo (a la sazón, novio tácito de la hija de la encendedora) habìa preparado con tesón y aserrín (màs aserrìn que tesòn); una pequeña caldera hogareña. Con lo que quedaba de llama en el fosforito, "La Negra" sonriendo lastimosamente bajo su cabellera ceniza, encendió el pucho y entonces copiosos chorros de humo emanaron por sus orejas, nariz y boca, aquella mañana húmeda y pegajosa cerca del arroyo Manzores. Como nunca antes, esa misma mañana antes de la tarde del día y de que llegue la noche, el agua que con pereza corría hacia su encuentro con el río Uruguay, estaba largando su nauseabunda pestilencia de la hostia, a la que Pindapoy no escatimaba contribuir con efluentes industriales.

Pero La Negra no se preocupaba por ello, afanada en prepararse unos mates con almíbar (como toman todos en ese barrio ubicado entre dos vías de ferrocarril) y menos aún podía preocuparse si todo el patio, el rancho, la ropa, los elementos de cocina, los pocos billetes de la ajada cartera hecha con tiras de sachet de leche usados, marca "Cotapa", la escoba, el gato, el perro y el vecino, la cotorra muda y la yararà del charco allende al rancho, estaban ahumados totalmente de leña traída del aserradero Blasco.

 


Por la vía llegaba Manolo en su destartalada y fuera de plomo bicicleta. Por la vía, sobre los durmientes de quebracho y ñandubay saltaban las ruedas y no muy lejos venía “El Gran Capitán” para la Estación Central. Por la vía no hay que andar: “Prohibido circular por las vías”.

El Lucho Montenegro cual Fulgencio, daba los últimos toques al barrilete hecho con tallos de carnicera y naylon de bolsa de mandados. Lo único que había comprado y pagado por ello (en otras ocasiones el Lucho no pagaba o recibía enseres no bien habidos de manos de uno de los Chupa-chupa), era un ovillo de piola al que enceró pasándole una vela para asegurar que no se le corte al remontar la pandorga. A los pocos minutos de embarcarse en semejante empresa, se arremolinaron unos gurises moquientos, intrigados y entusiasmados ante la posibilidad que el Lucho les ceda el privilegio de pilotear y hacer colear el barrilete con forma romboidal y con roncadores que juegan con el viento.

El Choffi, que por enésima vez habíase ausentado de la jornada escolar obligatoria, al que ya se le asomaban algunos pelines prematuros debajo de la nariz lo cual dio lugar  al segundo sobrenombre de “Cepillos y Escobas”, dejaba caer con su caña, el pequeño aparejo donde en el anzuelo habìa puesto una lana roja para intentar pescar una anguila y si la suerte lo acompañaba, (generalmente la suerte nunca lo acompañaba y el día que lo estaba acompañando, lo dejó librado a su suerte), si la suerte lo acompañaba, pensaba èl, aunque prefirió abandonar ese sentimiento, tenía pensado caminarse como 30 cuadras hasta el Restaurant de calle Pellegrini y Buenos Aires y vender su anguila para ser procesada y recibir a cambios los óbolos moneda nacional sin escrúpulos, a los que debìa llevar en el bolsillo de su “pantalón cortito, bolsita de los recuerdos”.-

Era tan pobre  El Choffi, que vivía en “El conventillo de don Nicola”, un pasillo al fondo y “no sabías si vivía gente, animales, o todos juntos”; (sic de JAB), a decir verdad, era una Historieta, y de ella se había escapado al igual que varios de sus cohabitantes en la calle Liniers entre Lamadrid y Moreno, era tan pobre que ni lombrices tenía, optando por un par de centímetros de lana bermellón arrancados de la bufanda de su hermana. “Si no pesco una anguila, (decía en voz alta mientras caía en el agua de la zanja de las vías su anzuelo) aunque sea que saque una “vieja del agua”, horrible pescado que pululaba por todas las zanjas del barrio, algunas con vertido cloacal, de quien los gurises decían que se podía comer. Ni hablar de las “palometas-fantasma”, que algunos gurises hasta el día y la noche de hoy y mañana y pasado, aseguran existían en todos los cursos de agua del barrio incluyendo el arroyo famoso a cuyas orillas la tribu Chupa-chupa instalara sus tiendas. Palometas que una vez pescadas, si les decían ¡“piraña”! mordían al que estuviera más cerca, pegaban un brinco y volvían al agua aullando.

 

Manolo lo vio y el tan mono con sus pabellones auriculares ostentosos al viento, lo miró, lo vio bien y le encargó la primer anguila que pescara con lo cual se ahorrarìa tremenda caminata y la gran posibilidad que el pescado llegara podrido como ya tantas veces le había sucedido. Pescado de Lutecia.

Internóse Manolo en la espesura de la entrada al rancho donde también vivía la Vieja Tonga de la cual nunca supimos su verdadero nombre, su apellido, y nos quedamos con su nombre artìstico, “La vieja Tonga”, apodo con el que los gurises la bautizaron por sus rasgos faciales similares a los que poseían los habitantes de la isla homónima. Es notable el querer investigar cómo los gurises pata sucia del barrio Belgrano entre los cuales estaban El Luiyi, El Ojoteta, El Yoyi su hermano, El Colo, El Moncho, El Nehio, El Marieto, El Quico, El Tono, La Gloria, La Paula, El Toti, El Juancho y La Aída, El Palito, El Quico, El Pilila, El Mario alias “Pikika dos”, El Topo Orejudo entre otros,(todos con un artículo antepuesto como si grandes narcos fueran), habían obtenido el conocimiento de la Isla Tonga y los rasgos faciales de sus habitantes, anteponiéndolos a los de las hermanas Tonga y Negra, madres de la Negrita, novia de Manolo.

Ya la Negra había calentado el agua de la pava en la estufa de aserrín por la que salía, por un orificio superior, una hermosa llama casi azulada. El agua de la pava para el mate dulzòn con yuyos que le puso frente a la escasez de yerba: menta, menta peperina, gramilla meada por gatos, escobadura, yuyo colorado, alfalfa, càscaras de naranja, de mandarina, de limòn, de kinotos que rompièndolos estaba, y asì, con la bombilla de lata, de La Tania. La Tania le prestaba la bombilla porque ella de mañana decía que trabajaba de doméstica (domesticaba gatos y hacía masajes a lombrices con hipo a domicilio) en la casa de Alejandro González el que vendía garrafas, sandía, flit, acaroína, harina y yerba sueltas, al contado o fiado en su despensita de calle Lamadrid. La Negra devolvía la bombilla a la tarde así que a la tarde no tomaba mate, tomaba vino tinto “Toro” y escuchaba por la radio “Cuando tenga la tierra”, cantada por Daniel Toro, de ahí que se iba volviendo medio zurda. Pero Manolo le decía, cuando el alcohol ejercía presión en su cerebro, (en el de la Negra) porque él no tomaba vino, tomaba caña “Legui”; “nosotros tenemos tierra, mirá el piso, mirate la oreja, mírate la nuca, fíjate  que tenés todo lleno de tierra, fijate los remolinos de arena que vienen por la calle…” Y La Vieja Tonga ponía la cabeza de costado como si tuviera un golpe de aire, se esforzaba en hacer una mueca que simulaba una sonrisa, o un dolor, o la emisión de una flatulencia, alguna de esas cosas, o todas en ese orden.

El barrilete ascendió como 100 metros favorecido por el viento y en la canchita de Montenegro los pibes corrían porque intuían que El Lucho iba a soltar el piolín y el primero que podía recuperar la pandorga al caer, la traía corriendo, habilitado ya para la remontada de la cual iba a ser el único responsable.

Luego de un par de horas intentando una y otra vez siempre con la misma lanita en el anzuelo, El Choffi pudo ver que por la vía se aproximaba El Taco, un malísimo de remaldad, matón de la zona que pegaba a quien se le ponía delante por tan sólo mirarlo, escondióse detrás de unos pastos y después de la pasada, volvióse a su labor hasta ahora infructuosa. Tuvo tanta suerte, de la suya y de la que lo había abandonado, que como venía atrás de El Taco, se quedó con él, y una hermosa anguila de 750 gramos reptando por el agua oscura se apoderó del anzuelo con tanta fuerza que el pescador casi se sumerge en el agua, a punto de caérsele los pantalones y el palito que tenía en la boca, pero sacólo y tomólo con fuerza al animal por su cabeza, y corriendo se la llevó a Manolo.

Las señoras abrieron los ojos bien grandes y se quedaron blancas de la impresión, que para quedarse blancas ellas, la impresión era de una impresión muy precisa, como ver un gato negro volando sobre las copas de los árboles, quedarse con la boca abierta de par en par mirando pa´ rriba, y que justo se te meta una chicharra perseguida por un benteveo y un benteveo perseguido por un carancho.

Fue cuando vino La Negrita y puso en el fuego un sartén con aceite. Entonces Manolo sacó unos añosos y arrugados billetes, que puso en las manos de El Choffi.

 

El Choffi va corriendo descalzo patitas para que te quiero por el caminito.

A pocos metros, cada vez más cerca, La Dorita quien dice ser su madrastra, va revoleando el cinto, gritándole: “si no te agarro ahora, esperame en la casa y ya vas a ver, ahijuna.”

miércoles, 20 de diciembre de 2023

Carta a una damisela escurridiza

 Querida Luján:

Le escribo estas líneas con una birome azul, muy gastada, en este papel amarillento y húmedo de tantas lágrimas que caen sobre él, mientras fluyen mis sentimientos encontrados (los había perdido y por fin los encontré) acerca de Ud.

Estoy echado sobre el verde pasto bajo un sauce llorón y creo que las lágrimas del sauce me están humedeciendo. El sauce se empatiza conmigo o yo con el sauce, no sé.

Corre bajo él, supongo que alimentando sus raìces, el arroyuelo cantarino. No, no es que el arroyo canta, es que se llama así: "Arroyo Cantarino" que rodea la villa Ondenadiepara del condado de Desierto Fox. Y las aguas corren y bajan, bajan turbias, es primavera.

También estoy echado porque me acaban de echar del empleo. Mi jefe, el muy oblongo, casi me obligó a que le lustrara sus zapatos y ya no es época para lustrar zapatos ni la pomada es Washington ni hay betún ni grasa o cebo, tampoco hay canillitas ni se escucha a Gardel cantando "El día que me quieras". Es por todo eso que le dije "andá que te lustre tus zapatos tu abuela", y escupí fuertemente en el suelo.

Yo no creo que eso sea una ofensa pero agarró una nota vieja del INADI suscripta por Maraka Maraka donde se quejaban de ciertos posteos y me iniciò un Sumario y acá estoy.

Pero volviendo a lo nuestro que es una manera de decir porque Ud ùltimamente evade no sé si es impostora evadiendo impuestos pero siento que me evade a mí por lo cual no hay una correspondencia pero esta carta va a romper ese bloqueo unilateral penetrando en su buzón domiciliario en el Barrio Los Perales a orillas del Lago Krakatoa en la provincia de Nusitengo.

Volviendo a lo nuestro la extraño Luján, tal es así que si no me responde estoy evaluando irme caminando a la Basílica, a la Basílica de Luján para rogarle a la virgencita que mi Lujanita me responda.

Viendo en Google saqué la cuenta que tan sólo nos separan 15 kilómetros pero a veces parecen 3.000. Por ello es que el último recurso para mí, sería una caminata a Luján para encontrar a mi Luján.

Usted debería recordar aquellos momentos juntos en que bailábamos con la música de Rabito, bailábamos juntos, yo la agarraba a Usted de la cintura y Usted me tomaba a mì de la cintura y nos meneábamos al compás de Juan Carlos Fernández.

También debería recordar los ricos mates que tomábamos juntos, junto al arroyo Quemquentren, porque siempre se toma mate a orillas de un arroyo, o de un río, o de un lago, sino no hay poesía. Esos mates amargos con poleo y cascarita de naranja eran dulces porque la misma bombilla que Usted chupaba la chupaba yo y era como besarle sus labios rojos que huían de mí cada vez que estiraba mi trompa para inocularla.

Son recuerdos y son lacrimosos. No puedo obviar lo obvio y espero que al leer mis líneas, como la gitana que adivina el futuro y te roba la billetera, Usted pueda leer un futuro juntos porque el corazón ya me lo robó. Me lo está destroyando, me está arrancando la vida de varios tirones.

Me acuerdo en lontananza Usted y yo sobre la misma cabalgadura, a pelo, yo con las riendas por supuesto, y Usted agarrada de mi cintura como comadre en desgracia, ambos con los cabellos al viento en sintonía con las crines del alazán criollo, saltando sobre las olas del mar espumosas ellas y en su vaivén arrullando nuestro amor templario.

Me acuerdo sus ojos, sus ojos como dos huevos duro con pelo, bien abiertos mirando el horizonte por si aparecía el Tata, su Tata que se oponía a nuestro amor, y todo ello a pesar del apoyo que nos brindaba generosa, la vieja, su nona, doña Clementina Azucena Iris Bonpamaranga, viuda de Juan Cisneros Roncaglia, viuda de Pedro Elduro Roca, viuda de Samaritano el Wadi, actual esposa del apodado no tan cariñosamente "Tata", don Robustiano Aríspides Sotelo.

Me enteré que últimamente Usted frecuenta el bar Yo argentino, que lo frecuena diariamente con asiduidad y Ya le seguiré escribiendo a Usted, no puedo seguir ahora, para mí es demasiada congoja.


martes, 17 de octubre de 2023

El talabartero

 

N de la R: La Sana rogó que lo publicáramos y Gibbon Sin Jabone accedió a editarlo para que el aceitoso lo tipee.
 
Talabartero: Persona que tiene por oficio hacer talabartes y otras correas y objetos de cuero al decir de google.
 
"Celebremos el día del "talabartero", hombre que supo talabartear y conjugar cientos de verbos de su perfumado oficio sacándole el cuero a yaguaretés, cocodrilos, yararás, zorros (y zorras), carpinchos capibaras y otros cuadrúpedos terrestres cuando no algún volador taxidermiado, o a la suegra inclusive, para ser inclusivo y acertivo.
 
He aquí un hombre que se levanta temprano para colocar sus trampas en los esteros, arrastrándose entre los yuyos para evitar ser visto por sus futuros capturados. Que le quita el último aliento a los habitantes de sus mortales trampas en el monte mientras lo espera la pava en el fuego para mamar los primeros mates madrugadores cimarrones malhabidos. 
Supimos de Tránsito Eufemio Costa de Mandarino (no tiene FB, así que no podrán stalkearlo) quien haciendo lonjas y lonjas de cuero talabarteado a orillas de los Esteros del Iberá (a orillas de algo tenía que ser), este amigo guarnicionero, un día de ésos que todos se levantan con el pie izquierdo (y con el derecho también) quiso curtir a su suegra, pero esa es otra historia. Y pensar que todo fue por una guarnición aguachienta y casi cruda, fría y agria...
 
Noble oficio para el humano cuyo rostro aparece en todas las madrigueras y cuevas con la leyenda: "Buscado. Si lo ven, muérdanlo". Aplicando los líquidos de la curtiembre, amansando los cueros y las tripas para sacrificadamente (y nunca más válido el término) conseguir rebenques, carteras, morrales, billeteras, cintos con los que más de uno sentirá el rugido del puma en sus glúteos, portatermos, etc. etc. transcur


El talabartero es cazador traicionero, es exhumador, desalmado, con calma asesina buscando la cobra en la oficina si es necesario, siempre con un palito en la boca (los tipos que hacen eso son peligrosos, cuidado) o con un pucho humeante en el peor de los casos, una botella de ginebra al lado de la máquina de coser, la vieja radio a pila colgada de un clavo en la pared con las cumbias a más no poder en decibeles y su delantal de cuero de colibrí el que para ser confeccionado logró ser Guiness.

 
Cuenta la historia fraudulenta que un 16 de octubre Tránsito Eufemio (¿no se llamaban así también otros personajes míos?) salió temprano por los recovecos del estero para recoger animales y reacondicionar sus trampas y se olvidó de ir reptando, parado sobre sus pies cual bípedo evolucionado fue un blanco equivocado del cazador de patos y pesadamente cayóse al agua no siendo encontrado hasta el día de hoy. 
 
Aunque en realidad nunca lo buscaron. Se acabaron las pilas, se silenció la radio, se apagó el fuego y el cuero se enmoheció pero vaya nuestro homenaje sincero y bien sobado al talabartero sacrificado, coyentino él, y a todos los talabarteros que talabartean y te soban el cuero." 
 
- La Sana
- Gibbon Sin Jabone
- Wilson El Aceitoso
 
 

miércoles, 20 de septiembre de 2023

LA SOSPECHADA DE COMANDAR EL ATAQUE RECIENTE A UNA BASE NAVAL

He aquí una nueva entrega del dúo escritoril Gibbon Sinja Bone y Wilson el Aceitoso incursionando en la ciencia ficción vernaculiania que raya en la ufolocura y ufopatologìa. Esperamos que este esfuerzo editorial sea del agrado de nuestros estimados y no tan vilipendiosos lectores. 

 

LA CONQUISTA 

 Alargó la mano y accionó todas las compuertas con un par de movimientos de sus manos, las que se abrieron produciendo un leve sonido sibilante prácticamente imperceptible. Apenas titilaron unas luces de colores esmeralda. Se quitó los guantes tácticos incoloros de última generación, moviendo las manos en ademanes extraños. La nave respondió de inmediato y se eyectó silenciosa, en dirección vertical hasta desaparecer de su mirada. Las carabelas, al amanecer se divisaron en el horizonte, cuando estuvieron más cerca de la costa, se podían escuchar las exclamaciones de los marineros, los gritos de alegría que el sonido de las olas no podían tapar. El Almirante, con un semblante que transmitía solemnidad y a la vez expectativa, algo de temor y alegría, se hincó de rodillas en la arena y elevando su mirada al cielo dio gracias, rozando la playa con la punta de su espada. El estandarte del Rey fue clavado en la tierra blanda y los marineros se agruparon alrededor, muchos de ellos descubriendo sus melenas en señal de respeto. El viento hizo ondear las palmeras suavemente, las gaviotas y los pelícanos pasaban muy cerca de las tres naves y sus marineros como curioseando, admiradas y extrañadas de lo que veían por primera vez. Al instante, Willow 1114MB atravesó las paredes del tiempo y sus oídos comenzaron a llenarse de un sonido de tableteo de ametralladoras, objetos que caían en el agua y explotaban, gritos, alaridos, aullidos humanos, bombas y orugas anfibias. 

CABECERA DE PLAYA 

Normandía era una mezcla rara de elementos: agua, aceite, gasolina, sangre, pólvora, fuego y pedazos de miembros humanos. Gritos y órdenes en diversos idiomas y había que estar ahí porque era un momento clave en la Historia. Un soldado llamaba a su madre desde la trinchera, rodeado de cadáveres. Willow pasó una de sus manos con un género embebido en agua por el rostro del joven y pecoso combatiente. Le dio a beber agua y lo reanimó. El soldado quiso saber el nombre de su enfermera, pero ésta desapareció al instante, sonriendo. 

MANIPULACION DE TIPOS 

Ahí estaba Johannes Gensfleisch zur Laden zum Gutenberg, sumergido en un desordenado taller con una ventana por la cual, corrida la cortina, entraban rayos de sol. Se encontraba abocado de lleno a la impresión de la Biblia de 42 líneas con tipeadores móviles sabiendo que era protagonista de otro momento clave y bisagra en la Historia de la Humanidad. Tenía las manos oscurecidas por la tinta. Los ojos bien abiertos. El manipulador de tipos cada día progresaba mejorando las aleaciones y fijaba los caracteres con firmeza y prolijidad en el papel, mientras, Willow 1114MB sentada sobre un barril de madera, tomaba mate amargo en un porongo homónimo.

CON EL MONJE CLAVADOR 

Dejó los mates, dejó a Johannes y avanzó hasta cercanías de Eisleben, después de sobrevolar Nordhausen y Sangerhausen, por la ruta 38. Siguió más hacia el saliente y viró hacia el norte unos kilómetros. El monje Martin Luther clavaba sus tesis en la gran puerta de madera, agradecido con el imprentero coterráneo y colega en la fe para la mayor difusión de las verdades bíblicas, inmediatamente la policía montada y enmascarada lo apresó y lo llevó al cautiverio. Su barba crecía a la par que su trabajo de traducción del Nuevo Pacto. Cometiendo a continuación su desliz para aconsejar la matanza de los paisanos de Jesucristo. Willow comenzaba a sorprenderse de los diversos actos, contradictorios ellos, y decisiones encontradas de los humanos a quienes admiraba con devoción y a la vez repulsión. Otro momento clave del cual no se podía estar ausente. 

EL IMPERIO NO DA MAS 

Rómulo disfrutaba de la ensalada de frutas que le habían servido sobre la mesa de mármol, las odaliscas meneaban sus caderas y el incienso llenaba la enorme y suntuosa habitación sostenida por columnas dóricas. Las cortinas permanecían plegadas, colgadas de lo muy alto, no soplaba viento y el calor, afuera, era importante. El atrangantado emperador no pudo pronunciar palabra cuando tribus bárbaras comenzaron a incendiar el palacio y una flecha se clavó donde más suele doler. Los oficiales romanos celebraban el éxito de sus inoculaciones bárbaras y su intromisión en el Imperio donde más y más difícil se ponía recaudar para la corona.

TENGO UN SUEÑO 

Por la calle principal, frente al escenario montado para la ocasión, miles de personas avanzaban excitadas clamando por derechos que no se les permitía exigir. Sus pieles y colores del cabello denotaban el origen del continente que alberga tribus nómades y sedentarias de todos los colores. Martin Luther se subió al escenario y comenzó su discurso, ovacionado por la gente, aplaudido por miles con unanimidad. Willow se mimetizó entre la muchedumbre y blandiendo un cartel de tela blanca con letras negras, proclamaba “we march for effective civil rights laws now!; “civil rights laws now! Un negro la miró extrañado por su cabellera clara y sus raros anteojos pero luego asintió sonriente. “I have a dream…”, comenzó diciendo el pastor y explicó su sueño que comenzó a desarrollarse mientras un fusil escupía en algún lugar su quemante proyectil para quitarle la vida a èl y con él al presidente John. Las consecuencias de las buenas y de las malas, se cuentan hasta el día de hoy. Otro presidente megamillonario, con su jopo brillante promete sacar los archivos a la luz y Willow lo mira sonriente frente a su gran escritorio en el salón oval. 

 

 LA TRAGEDIA DE LAPA 

Ahora el Boeing 737 204C, matrícula LV-WRZ, Vuelo 3142 destino ciudad de Córdoba comienza a carretear por la pista, atestado de pasajeros uno de los cuales es Silvia PS Willow 1114MB. El comandante bromea con la tripulación y la jefa de azafatas en la cabina, dice que no ve la hora de llegar a Córdoba y tener esa fiesta con su libertina compañera de trabajo. Algo anda mal y un sonido que repiquetea puede ser escuchado por SPS Willow en el último asiento, la que hace más de 50 décadas que investiga el tema de los OVNIS. Prepara su cuerpo, sus agallas baten aire, sus poros se inflan, para el escape, sabiendo que esta nave no se va a despegar del suelo, que al contrario, se va a quedar adherida para siempre a èl, pegada con asfalto, pegada con plástico fuego y hormigón, hierro y goma espuma. La nave se incrusta en la estación de servicio y un hongo rojo y negro trepa hacia el cielo como una bomba atómica. Todos los gritos y alaridos van quedando silenciados y la fiesta no será. No habrá wiskies ni tangas volando por el aire, no habrá éxtasis ni cervezas frías, las cambiaron por lápidas frías y lágrimas sin respuesta. Atraviesa lánguida, la cortina de fuego y humo y sube a la terraza del Kavanagh. Se fuma un puro y se lanza sobre la Torre de los Ingleses. Perfora sus rojizas paredes y sale eyectada por uno de los agujeros de la cùpula. Trepada sobre un Aermacchi MB (como ella) 339 de la Armada Argentina, se divierte y sonríe mientras el piloto, Teniente de navío OGC, a sus 31 años, con gran destreza y coraje rayano en la locura suicida, cañonea los barcos ingleses esquivando los mástiles de las naves que se veían impedidas de tirarle para no dar con blancos propios. Sonríe ella, y se divierte pensando en la entrevista que le dará al canal Tendenciosas Noticias para bromear con sus 50 décadas de investigación en el “fenómeno” OVNI pero se propone no dar señales ni hablar sobre el ataque a la Base Naval Comandante Espora de Bahía Blanca donde tuvo que accionar botones rojos para responder a los disparos de FAL de los despiertos soldados de guardia, hiriendo y quemando a algunos de ellos. Hablará de apariciones, de “avistamientos”, los que curiosamente son vistos en descampados, montes, montañas y de las que hay pocos testigos. De algún ignoto museo con muchas manipulaciones como manipulaba Juan el imprentero manipulador de tipos. Willow 1114MB, la que hace más de 50 décadas que investiga el tema de los OVNIS. 

 

 

GRUPO DE IRRESPONSABLES IRRESOLUTOS IMPUNES A QUIENES SE LES IMPUTA LA AUTORIA DEL HECHO DE ESCRIBIR ESTE PANFLETO:

 

Gibbon Sin Jabone (el enemistado con el líquido elemento y ahora hobbysta de abejas pequeñas) Wilson el Aceitoso (otro que dispara de las regaderas). Con la benemérita colaboración de Ana Esponjosa Larrosa. Ilustraciones del Manco de Lepá Tanto. Novidente Rubio corrector. Beodo el Adicto editor. Los que van a leer os saludan. Saludad.

jueves, 26 de mayo de 2022

EL OMNIBUS VARADO DE DON POTTO

Valeria Guzmán está sola en la Terminal de Omnibus de Esquel. En realidad no está sola, está agarrada de su valija y tiene sobre su espalda una mochila con tela de vaquero que le hizo su abuela. La tiene colgada, cargada. Pero se siente sola, muy sola. Tiene que hacer un viaje que nunca hizo, por una provincia que no conoce y caminos nuevos. Está cansada luego de volar desde Aeroparque en La Monopólica, una línea aérea camporonga devaluada y perdedora, hasta el viejo Aeropuerto de la ciudad donde se entera que para ir a Comodoro Rivadavia estaba programado un ómnibus esa misma noche. El dinero disponible no alcanzaba para volar hasta la ciudad petrolera y ahora ella se encuentra a merced y buena o mala ventura de la vieja empresa cuyo ómnibus ya estaba en la plataforma con el motor encendido, contaminando y ahogando con el humo a todos los que estuvieran cerca, a pesar que se decía que con esta nueva Terminal, no pasaría eso, eso; sigue pasando. Nueva terminal con viejas empresas con viejos hábitos arraigados que no se pueden cuestionar y menos plantear un cambio para bien. Valeria sintió un toque en el talón de su zapatilla, se dio vuelta y vio al empleado de la limpieza que la miraba desde el comando de un lampazo embebido en gasoil, haciéndole un toque para que le diera lugar con el propósito de pasar el lampazo justo donde ella estaba de pie, mirando alrededor. Notó que la mirada del blanquecino empleado limpiador, era muy aguda, como acusadora, torva, aguilucha, desagradable y presagiosa quizás. Una voz gangosa e inentendible anuncia por el altavoz la partida del ómnibus de Valeria, perdón, de la empresa Don Potto, algo se entendió porque los eventuales pasajeros, algunos arrastrando los pies como condenados, alguno y otro con barbijos, trastabillando, balanceándose a uno y otro lado, sus miradas semejantes a las de los zombies de las películas que mira Valeria en su departamento cuando está sola, comenzaron a dirigirse hacia el ómnibus en la plataforma 3.
Un descortés ayudante, acomodó la valija en uno de los depósitos del colectivo, cortó el papel del boleto, le dio la otra mitad y un ticket por su equipaje. 10 minutos sentada, esperando que aparezca el chofer. El motor, todo el tiempo en marcha, gaseando el Universo. De repente, el vehículo estaba siendo conducido hacia la ruta. En ese momento comenzó a nevar, cayendo copos muy pequeños aún sin acumularse en el suelo o en el parabrisas del colectivo. Desde su asiento en el piso superior, el primero al frente, Valeria tenía una visión privilegiada panorámica del paisaje nocturno, pero no iba a ver mucho esa noche, al menos eso creía ella.
Por momentos, perros negros cruzaban la ruta por delante del ómnibus, y un chimango llegó a estrellarse contra el techo produciendo un sonido breve, seco y contundente, lo cual estremeció a Valeria y también provocó el deceso instantáneo del ave. Seguía nevando. En cercanías de Tecka, Valeria tuvo que sacarse el pullover ya que la calefacción había llevado la temperatura cercana a los 38 grados, trató en vano de hablar con los choferes, cuando les pidió que tengan la amabilidad de bajar la calefacción un poco. Ellos, en especial el gordo descortés, la miraron como si en realidad miraran a través de ella, y no le respondieron en absoluto. En una subida, el ronroneo del motor trastocó en algunos estornudos, porque los colectivos estornudan también, pero no pasó nada que le pareciera anormal, pusieron un video en los monitores, (el del medio no funcionaba). La película era prohibida para menores de 18 años y contenía escenas de violencia, sangre y sexo explícito. Entre el pasaje iban algunas familias, algunos niños, y otros adolescentes. No había manera de evitar ver la porquería que habían puesto, y Valeria tuvo sed. Entonces, se dirigió al dispenser de bebida, en este caso jugo, se sirvió un vaso, tomó un sorbo mientras trataba de mantener el equilibrio y sin querer escupió lo que había llegado a su boca, un jugo desabrido, desagradable. Optó por tomar agua, se sirvió un vaso, leyó la marca y literal decía “Chorongo”. Tomó un par de tragos y comenzó a sentirse mal. Fue al baño en el piso inferior y notó la mirada libidinosa de uno de los pasajeros, curiosamente muy parecido físicamente al limpiador del lampazo. Pensó “el sátiro del lampazo”. El baño estaba sucio. Directamente no lo usó. Pensó, voy a aguantar. Pero no quiero enfermarme por usar un baño lleno de bacterias y nada higiénico. En Tecka el colectivo entró en la miniterminal. El chofer anunció: -"paramos 10 minutos", ella corrió su cabeza para poder verlo pero lo vio de espaldas. Se bajaron todos los pasajeros, algunos fueron al baño, (ella también), otros al kiosco a comprar, otros "a estirar las piernas". 20 minutos después volvieron a salir a la ruta. Valeria se quedó dormida en su butaca. En algún lugar de la ruta, en dirección a Comodoro Rivadavia, en la madrugada fría de agosto, cuando la nieve seguía cayendo y cubriendo todo alrededor, iluminando el paisaje, mitigando de alguna manera la oscuridad nocturna, el colectivo se sacudió, el motor hizo ruidos raros y el conductor fue sacándolo de la ruta a un costado, para detenerse justo casi debajo de un árbol sin hojas, cuyas ramas como extremidades de un fantasma, se recortaban bajo la nevada patagónica. El chofer anunció que el motor se había roto, que tenían que esperar que pase algún “alma” para pedir socorro. Se quedaron sin luz. Se quedaron sin calefacción. Eran las 03 de la mañana de un frío día invernal de agosto y seguía nevando. A las 04 de la mañana, tiritando de frío, hicieron un fuego con pasto y algunas ramas. Uno de los choferes juntó unas piedras grandes, puso una parrilla pequeña, puso fuego, y colocó la pava con agua sobre él, (sobre el fuego). En las rutas patagónicas no hay señal de celular, por más moderno que sea tu celular no te podés comunicar con nadie, nadie te puede llamar, entrás como en la cara oculta de la luna. Incluso algunos viajeros nocturnos cuentan que en esos parajes desolados es común ver naves extraterrestres descompuestas al costado de la ruta y los extraterrestres a veces hacen dedo y se enojan cuando no los levantan. Ramón Castaño preparó unos mates y comenzó a cebar a los presentes. Los ausentes no toman mate, al menos es lo que se sabe por estas tierras... A Valeria le parecía que Ramón echaba agua en el mate sin que éste se llenara, por varios segundos, demasiado tiempo, pero dijo para sí que era una ilusión o por el estado de estrés dada la situación que estaban viviendo, su percepción estaba algo alterada. Ramón le alcanzó el mate con una mueca indescriptible y volteó su rostro hacia la creciente oscuridad. De repente, una niebla espesa comenzó a envolver el lugar y Valeria comenzó a escuchar los sonidos como alejándose, la conversación entre los choferes, Ramón, el gordo Vázquez y el chofer sin cara, se sentía como con ecos, como si hablaran dentro de una catedral gótica. Valeria sintió que flotaba en el aire. Los cuerpos, siluetas difumadas, fantasmagóricas, etéreas... A la distancia se podían oír aullidos de zorros y de garzas brujas que planeaban en la noche bajo la nevada persistente. Los zorros no planean, las garzas sí. A Valeria le pareció oír carcajadas y risotadas de ebrios alrededor de un fuego lastimero. La niebla salía del vapor del agua que caía en el mate porongo. El agua caía sin cesar pero el mate no se llenaba. Valeria tembló pero no supo si era de frío o de miedo, o las dos cosas a la vez, o quizás tembló pero no de frío ni a causa del miedo, tembló porque había que temblar. El chofer se notó en medio de la neblina como queriendo invitar a los pasajeros a subir al colectivo. Subieron. Valeria cayó en la cuenta que cada vez que intentaba ver el rostro del chofer, éste daba vuelta la cara, y ahora con los cuellos de la campera negra levantados, de punta, daba miedo, parecía Barnabás Collins, o Collins Coliqueo, o Collins Chapman, o Phil Collins, alguno de ellos seguro. Él subió, subió Ramón. El gordo Vázquez no. El tenía que quedarse ahí por si otro colectivo se descompusiera, entonces el gordo Vázquez los acompañaba en el sentimiento. El colectivo arrancó pero sin hacer ruido. Las puertas se cerraron automáticamente. FIN Recientemente se supo que la unidad 5462 de la Empresa Don Potto, justamente el que nos ocupa aquí, fue encontrado en el Triángulo de las Bermudas, flotando sin dirección ni rumbo. Los pasajeros que se quedaron en Tecka, viendo boquiabiertos que el colectivo continuaba viaje sin ellos, se muestran sorprendidos y a la vez alegres de no haber desaparecido en el Triángulo. Juran que nunca más se van a subir a un ómnibus de la empresa Don Potto, pero no les va a quedar otra que hacerlo cuando necesiten viajar, porque no hay más ofertas en el rubro y ellos no tienen ni una carreta tirada por almas. Y desde el Triángulo envían watsaps a Valeria. Pero Valeria Guzmán, Valeria Guzmán está sola en la Terminal. (N de la R: Lasana y el Sanito elaboraron juntos este cuento para deleite de los viajeros patagónicos y les aconsejan, si tienen que viajar con Don Potto, lleven: - Bolsas de dormir -20°C - Almohada - Linterna vincha - Linterna de mano - Linterna de pie - Fósforos - Encendedor - Estopa para encender un fuego - Un metro de leña - Una sartén y dos huevos de gallina hembra - Aceite, sal y un limón - Pan - Equipo de mate - Anafe con un cartucho - Carpa - Pala para cavar tumbas - Botiquín de primeros, segundos y terceros auxilios - Un cuchillo bien afilado por si las moscas. - Mosquitero - Equipo de pesca con mosca - Moscas para que coman los restos de migas de pan - Inútil llevar celular, no sirve. Ilustraciones de Gibon Sinjabon CREDITOS Lasana como Valeria El Sanito como el chofer sin cara Gibbon Sinjabone como el sátiro del lampazo Los choferes no existen, la UTA tampoco. AGRADECIMIENTOS A todos esos viajeros incansables que andan como fantasmas por la ruta 40. A todos los pasajeros recurrentes con síndrome de Estocolmo respecto a la empresa Don Potto. A mi mamá que me está mirando

jueves, 7 de abril de 2022

Me quiero eyectar

EL DESEO DE EVADIRSE "Me quiero ir" dijo el pintado ministro cuando una periodista griega lo acorraló dejándolo desnudo, sin argumentos de ninguna índole. Ahí va el muy imberbe, acaba de correr la media maratón y pasa desapercibido entre todos los que estamos en la playa, a orillas del Lago Futalaufquen. Es febrero y hace calor y se escuchan muchas voces, hay muchos colores, hay vida. Yo también corrí la media maratón y pude llegar a la meta entero. Ahora yo también me quiero ir... a casa, para darme un baño, descansar, reponer energías.También me quise ir de mi casa alguna vez cuando adolescente, pero, ¿a dónde me iría? Andaría errante como un pordiosero, y podría caer en manos de cualquier gente peligrosa y mala. No me fui. EN LA COLIMBA Después, en la colimba, una noche, estando en mi puesto, en la guardia, me sentí fuertemente tentado a irme a mi casa, distante algunos kilómetros del Regimiento de Caballería. Estaba, curiosamente en el mismo puesto donde según anécdotas de fogón familiares (aunque nunca hubo fogón que yo recuerde), el tío Eliezer Narciso estando de guardia, abandonó el puesto, se fue corriendo a su casa, (a 100 metros de donde estaba la mía), comió pollo y volvió al puesto y no pasó nada. Podés ser muy joven, correr dos veces como 3 km o 4 km pero el pollo se le debe haber quedado atragantado. Bueno, estuve tentado esa noche, pero aguanté. OTRA NOCHE Otra noche estando en la cama cucheta inferior, en "la cuadra", nivel que compartía con mi vecino de barrio y amigo Néstor, le comentaba que quería irme, escapar. ¿Qué cosas pasarían por mi cabeza para pensar semejante cosa? Era el SMO (Servicio Militar Obligatorio) durante un gobierno cívico-militar en 1979. Así que le comenté a mi amigo, quien me disuadió y no lo hice, aguanté. Al fin, terminé saliendo en la primer baja de la colimba, ojalá vuelva la colimba manga de zurdos y maricones que lograron desprestigiar a las Fuerzas Armadas y sacar el SMO, ahora los jóvenes no tienen formación ni valores, fuman porro y un montón de porquerías y andan por la calle, miles de ellos como zombies, cantando la basura esa que canta L-Gante otro zombie, o robando, o matando gente para sacarle el celular.
A MILES DE KILOMETROS DE ALLI Y algunos meses más tarde, ambos amigos y colimbas, nos fuimos al sur a cuidar los pertrechos del Regimiento que quedaron en Santa Cruz, de la casi guerra con Chile por las islas Picton, Nueva y Lenox. Nos daban comida con espuma pero no porque no había alimentos sino por la rivalidad entre el jefe de nuestro escuadrón y el jefe de la cocina según supe. Como cobrábamos por estar ahí como voluntarios, no sólo que pude comprarme un grabador para reproducir música en casetes, sino que podía comprar fiambre y pan y hacerme unos sandwiches, lo cual era mejor que la comida horrible que nos servían. La comida espumosa que Tribilin no pudo evitar. Ahí también un día dije "me quiero ir" por un montón de cosas acumuladadas, inventé una carta de progenitores pidiendo volver en el primer viaje de regreso y la llevé al jefe de escuadrón a la Hostería del ACA donde estaba cenando, a orillas del río Santa Cruz, otro que vivía cerca de mi casa, era como del barrio. Así que me dijo que sí que me iba a incluir en el primer vuelo del Hércules de regreso a mi provincia. El Jefe del Escuadrón estaba borracho. AL DIA SIGUIENTE Un cabo1º bastante jué hiena descubrió mi maniobra y me hizo correr alrededor de la formación en su despliegue luego de izar bandera, de la Hostería al lugar donde estábamos alojados, un Gimnasio deportivo. Varias cuadras pasando vergüenza, por polvorientas calles del pueblo. En esa ocasión también el tipo me dió un cachetazo y le dije de todo. Estábamos desarmados sino el resultado habría sido distinto. Por fin, un día subí al Hércules que nos trajo de vuelta, ya era noviembre, y paso por alto muchas cosas que contaré en otro cuento, aunque este no es un cuento más bien es un relato.
ALGUNOS AÑOS MAS TARDE Ya habían pasado casi 3 años en el Seminario, estudiando junto a otros jóvenes de Argentina y otros países, donde fabricábamos alfajores y pasteles para autosustentarnos, los cuales se vendían varios km a la redonda en un lugar densamente poblado. Había conocido a quien luego sería mi novia y mi esposa. Y también me quería ir. Tenía que hacer un viaje de miles de km para encontrarme con ella. Ya había terminado esa etapa que se había formulado para tres años. Así que en esta ocasión materialicé la ida. "Con una mano atrás y otra adelante" se suele decir. Primero viajar como 30 horas en un tren de larga distancia, y luego 2 días en un tren de trocha angosta hasta llegar a mi destino para encontrarme con la persona que me amó y me ama como ninguna persona lo hizo antes, salvo mi madre. AHORA ME QUIERO IR Ahora también me quiero ir. Ir a recorrer el país, agarrar las rutas por mi cuenta, y somos dos los que nos queremos ir, ella y yo. Pero tengo que aguantar unos casi 4 años para poder levantar vuelo.
¿Aguantaré? Continuará....

jueves, 16 de mayo de 2019

La familia Piedrabuena


Sucedió no hace mucho tiempo entre las intrincadas y complicadas callejuelas de piedras talladas por escultores obligados, aprisionados, presidiarios, peones de patio sin paga alguna, en las que brillaban de noche las hogueras paupérrimas de zarcillos y de ramas de quebracho blanco.

Iba pasando el vendedor de naranjas llevando la carretilla con … naranjas. Con su voz gangosa decía algo así como “nananjjas, nananjjas, badgratas las nananjjas…” tratando de venderlas antes que se calentaran con la temperatura ambiente.

Pero él no dejaba de calentarse cuando pasaba frente al rancho de la Tetonisa, que en la vereda, sentada ella en un sillón de juncos, le daba la teta a Tito y a Teto sus mellizos bochornosos, regordetes y rollizos como Michelín.

Y se calentaba porque la Tetonisa nunca le compraba naranjas, ni limones que bien los tenía (un limonero plantado al fondo de la casa le daba limones dos veces al año), ni tampoco melones que turgentes rocío de miel los tenía cuando era la época, en la chacra de su vecino Amado Estentorio.

El vendedor, Aurelio Piedrabuena apodado el Tifoso, vendía naranjas, vendía limones, vendía melones pero a él le gustaban los de la Tetonisa, ya que ésta le convidaba cuando éste le pedía lo convenido pues le ayudaba con la yegua de su hermana, llevándola de vez en cuando a pastar.

Su hermana, la Ana, pero que usualmente decían “Lana”, o “Lanita” y pocas veces recordaban su segundo nombre: Susana. Por lo cual quedaba “Lanasusana”, y los chicos le hacían canciones a las risotadas limpias. La yegua estaba preñada y había que alimentarla y cuidarla.

En su casa criaban chanchos (en la casa de Aurelio), como quien tiene un corral de gallinas, o una cierta cantidad de perros, o conejos, con la distinción que los chanchos pululaban por el patio, el patio era un chiquero, de barro nauseabundo pleno, donde más de una docena de chanchos hacían todas sus chanchadas emitiendo sus chillidos, ronquidos y demás.

El aroma penetrante del chiquero de los Piedrabuena horadaba las fosas nasales vecinales y metíase sin invitación previa en las casas atravesando paredes y ventanas y marcando la ropa y todos los elementos con el tufo.

Don Pedro Piedrabuena Fuentealba se había casado en terceras náuseas con doña Ramona del Zanjón Madre, Robustiana Magilda Vaginácea Corpuscristi con quien había tenido cinco hijos:

-          Cirilo Mentoso
-          Tránsita Paulina
-          Aurelio Mojón
-          Margarito Pitasio
-          Orejón del Tarro (el último)

Pero del matrimonio no registrado anterior, con doña Ermenegilda de las Conchas del Bosque, quien había fallecido por sobredosis de mate, quedaron a su cuidado, o cuidándose de él:

-         Cástulo,  Ausencio y Anastasia.



Y como si esto fuera poco, del primer matrimonio (ese sí fue en iglesia y registrado ante el Juez de Paz), le habían quedado algunas fotos en color sepia, un par de anillos y la carta de despedida de su mujer Sinostrosa Epifania Núñez, la que antes de colgarse de un algarrobo le dejara la misiva sobre la mugrosa mesa del comedor. Y le quedaron dos hijos para ejercer su patria potestad:
-          
        Eustaquio y Eustaquia.

No obstante todo ello, don Piedrabuena tenía buen corazón y adoptó dos hijas que un día pasaron por la calle en una tórrida siesta de 45° a la intemperie, pidieron agua, y después de tomársela toda se quedaron y nunca más se fueron.


Ellas son Pancracia y Tiburcia. Pancracia a su vez un día de siesta también calurosa, aunque nunca había una siesta que no fuera calurosa, una siesta que enderepente se transformó, porque el cielo quedó muy oscuro y las nubes espesas, comenzaron a sonar los truenos y a caer rayos, vino la lluvia y el viento y todo duró como una hora.

Suficiente para que en esa siesta donde no se podía ni hablar porque no se escuchaba, Pancracia quedara embarazada de un amiguito y le trajo a los 9 meses el primer nietito a don Pedro que ni lerdo ni perezoso le puso Próculo.

Toda esta prole estaba al cuidado de don Pedro y vivían en la misma casa de 3 dormitorios así que imagínese, imagínese qué difícil era la vida en esa casa. El menú diario del mediodía era guiso.

Guiso de lentejas con carne de cerdo; guiso de garbanzos con carne de cuis; guiso de poroto de soja con carne de iguana; guiso de arroz con bagre; guiso de poroto negro con carne de bagú; guiso de trigo burgo candeal con carne de oveja; y guiso de papa con carne de vaca, era el menú de toda la semana.

Nadie podía comer sin dar gracias, ninguno debía dejar algo en el plato salvo el cubierto, pedir repetición era castigado y se comía a la noche si sobraba al mediodía. Los chicos y chicas se turnaban para lavar los platos, cocinar, lavar la ropa, en fin, todas las tareas y menesteres necesarios para que la cosa o la casa, funcionara.

Algunos iban a la escuela de mañana, otros de tarde, pero ninguno debía dejar la escuela.

Cuando la Pancracia quedó “embalsamada”, así decía don Pedro, no pudo ir a la escuela por algunos meses, por eso repitió de grado, pero el que más faltaba a la escuela era Ausencio. Con Aurelio Mojón el problema era su incontinencia a pesar de sus 6 años cumplidos, Cástulo era un buen líder y en general los hermanos se llevaban bien.

Todo se pudrió cuando don Pedro se enamoró de Erculiana Pérez, hija de don Pérculo Pérez y doña Casta Juana, padres de Orelí y Lilí. Erculiana le cebaba mate de pomelo a don Pedro y todos los gurises se ponían celosos porque con su padre la pasaban bien y veían en Erculiana una competidora de su cariño.

Tanto ir y venir Erculiana en su jardinera tirada por un brioso tordillo, que así también don Pedro correspondía las visitas y se iba en su carro tirado por dos fuertes y rebuznantes caballos hasta su casa distante 3 leguas por el camino del Bermejo.

Tanto ir decía, compadre, que decidieron juntarse para vivir juntos y para completar la familia. Pero Erculiana trajo un regalo de su vida de soltera: Pedrito el negrito, que sumó a la prole y no desentonaba entre los otros negritos.
Pedrito el hijo de Erculiana

Se casaron porque a la larga o a la corta los hijos tuvieron que aceptar la decisión paterna. Para el casamiento vinieron invitados las hermanas de Erculiana: Orelí y Lilí con sus novios Igor e Ibor, sus padres Pérculo y Casta, estaban todos los hijos por supuesto, el pastor del barrio don Sabino Sánchez, -indio toba-, su esposa la Ceñuda, don Gil el de la guadaña, el Becho, el Tono, la Julia y la Juliana, el Chano y Moyano su hermano, doña Nenda que le daba la teta a su hijo de 10 años y el Raulito que tenía la misma edad y andaba con chupete por la calle.

Vinieron invitados además, Jacinto el panadero, la Yoya Crecensi, la Indulgencia Amonestada con su hija, la Russo y la Buffarini. Colados vinieron Sappo Aullador, la Gringa, Quico y el Nehio, la Danya y la Sala, pero pudieron comer.

Comer, comieron hasta hartarse. Bailaron zambas, cumbias y chamamés que tocaba la orquesta el “Trío los Violadores” conformado por Hipócrito, (acordeón y gárgaras), Agapita (guitarra y voz aulladora) y Sopapita, (bombo, matraca y lo que venga), los que más chupaban en toda la fiesta.

El menú era menú fijo porque no había otra cosa: lechón asado a la parrilla con ensalada de berro. Pan a la barra y vino suelto. Para los chicos jugos de polvito.

Y así conformaron una gran familia compuesta por don Pedro y Erculiana su esposa en cuartas náuseas. Sus hijos:
-          Cirilo Mentoso; Tránsita Paulina; Aurelio Mojón; Margarito Pitasio; Cástulo; Ausencio; Anastasia; Eustaquio y Eustaquia, Pancracia; Tiburcia, Pedrito y Orejón del Tarro, (el último para cerrar la lista). El nieto: Próculo que estaba por tener un hermanito y se iba a llamar Astesiano.

Se supo por una investigación de último momento de El Tiano, que Erculiana estaba embalsamada de trillizos y les iba a poner. Trimarco, Tetaedro y Tétaro, en ese orden según vayan saliendo.

Gibbon Sinja Bone
Colaboraron El Tiano, La Tiana, Los Sanitos, Wilson el Aceitoso y la Sana.