Doña Filomena de las
Nieves del Canto Rodado Tiznado, de aquí en adelante “doña Filomena”; riega el
pasto del jardín en el patio florido de su casa, pero en verdad ella hubiera
preferido estar sentada en el sillón de caña colihue tallada y adornada con un
caminito de los Valles, en sus mullidos almohadones, frente al televisor,
haciendo zapping con todos los programas de chimentos de la farándula en la
tórrida tarde que se padece o se disfruta según sea el caso, en un día de esos
de finales o de principio de año.
Hoy no es día de laburo.
El olor a la grasa de cerdo caliente ella lo tiene fijado en
sus fosas nasales.
Con sus 57 años, 7 meses y 7 días de vida, doña Filomena
tiene miles de docenas en su haber. El pueblo de Villarica si es que alguna vez
lo fue, o sea, si alguna vez fue pueblo como así también si alguna vez fue un
pueblo rico, suposiciones que permanecen incrustadas en forma de interrogante
en la memoria colectiva, enclavado en el suroeste de una ignota provincia
argentina, la ve caminar todas las tardes en alpargatas, bajo los rayos
solares, (los UV y de los otros), dirigiendo su humanidad a la costa del río.
No quiere decir que todo el pueblo sale a la calle a la hora
en que ella hace ese trayecto, es una manera de decir.
En la costa del río (y adentro de él también), casi todos
saben saborear los pasteles fritos de dulce de membrillo que ahí mismo ella
amasa, estira, corta, arma y cocina en su puesto móvil “La Virgencita”.
Por la tarde el río se llena de familias y a la hora del mate
o del tereré, los pastelitos son algo inevitable.
Pero hoy no es día de
laburo por eso nadie descansa.
Se cuenta de un anciano no tan geronte pero siempre nadando
contra la corriente, que quiso evitar el mate con pasteles y lo evitó no más.
Siempre hay alguien que hace lo que no hace el resto, o es el
resto que no hace lo que hacen los que hacen lo que el otro no hace.
Son algo así como una docena de chicos y chicas de doce a
catorce años, que con sus canastos de mimbre repletos de pasteles recorren en
ojotas, (o descalzos); (o en zapatillas) o de la forma que se les antoje, la
ribera ofreciendo los pasteles almibarados de doña Filomena.
El almíbar se hace con agua y azúcar y doña Filomena lo
saboriza con cáscaras de naranja o de limón aunque ninguno de ustedes me lo
preguntó ahora que lo pienso.
Sumerge los pasteles una vez cocinados, en una olla con
almíbar y luego los adorna con grageas o coco rallado, o chocolate rallado (en
este caso tiene que esperar que se enfríen), y pensé que me lo habían preguntado.
Doña Filomena de joven había querido ser contadora, fue a la
Universidad donde se recibió de Contadora Pública Nacional y estuvo a punto de
desempeñarse como tal en un famoso estudio del Contador Néstor Bui3 y
Asociados.
Pero el día de su graduación su esposo la dejó, la dejó
viuda. Se murió de repente y entonces lo enterraron en el cementerio, aunque
parezca obvio, no a todos los muertos los entierran, a algunos los creman que es una manera elegante
de no decir que los queman.
Así que la pensión de su marido no alcanzaba para cubrir los
ingresos y poder hacer záping de por vida,
y aunque hubiera querido ser contadora en un estudio contable, tuvo que ser
contadora… de pasteles…
Doña Filomena vivía en un barrio de quintas lo que
equivaldría a vivir en esta década perdida en el tiempo, en los suburbios, ella
deseaba vivir en un country, eso hubiera querido, pero no pudo, entonces vive
en el barrio “Los alpargatas” que está a pocas cuadras del río, un barrio de la
humilde costanera villaricense.
No sé si reír o llorar, pero no me importa. Sé toda esta
historia porque no sé nada y como no sé nada soy inteligente y además el cuento
sigue.
Doña Filomena hubiera querido casarse y tuvo la oportunidad
de volver a hacerlo luego de un baile del dos por cuatro, (pagabas dos, te
daban cuatro) en una noche de copas, el candidato se esfumó como el humo de su
cigarrillo, y nunca más volvió a olerlo…
ni a verlo.
En ese entonces el gobierno puso en marcha un plan de jefas
de barrio y en el suyo había tres candidatas para el cargo remunerado: Juanita
Chávez de la Ostia, Gloria Putin y Filomena de las Nieves del Canto Rodado
Tiznado.
La elección barrial se llevó a cabo en un día lluvioso y
zapatillas embarradas. Filomena perdió por un voto y medio. Y medio porque el
señor que votó ese día tuvo una hemiplejía, por lo cual su voto no se contó
como entero sino medio voto, fue lo que decidió la junta del barrio Las
Alpargatas, de Villarrica, que queda cerca de Ascochinga, a un tiro de piedra
de Quemú-Quemú, que está a ciento noventa y nueve kilómetros de Toro Quemado.
Don Felidoro esa semana se contagió de gripe, pero solamente
le tomó medio cuerpo… por la hemiplejía. Este anciano es el mismo que se privó
del mate con pasteles y lo reemplazaba por cerveza tibia bajo los punzantes
rayos solares. Una cerveza privada.
Para ahogar otra pena, en este caso no alcanzaba la lluvia,
así que doña pasó a una panadería buscando pasteles, pero pasteles no había, la
panadera le respondía escupiendo las palabras y abriendo grandes los ojos de
tal forma que parecían dos huevos blancos hervidos.
Ese día se le ocurrió hacer pasteles para vender.
Los primeros pasteles que cocinó fueron enviados a Palestina,
para la intifada, en tiempos de Arafat.
Los perfeccionó luego de muchos litros y litros de grasa y
kilos y kilos de harina, y desde ese día tuvo éxito con los pasteles.
Su nieto, Olidoro Fuertes Nausea Bundos es uno de los niños
que venden pasteles en el río, aunque él hubiera querido ser futbolista pero no
llegó ni a alcanzapelotas, porque nunca fue a la cancha aunque hubiera querido
y nunca jugó al fútbol aunque hubiera deseado.
Está la linda del pueblo que toma tereré con unas amigas a la
sombra del monumento que homenajea a los pasteliteros.
El emprendimiento de doña Filomena, aquella señora que se
recibió de Contadora pero se gana la vida vendiendo pastelitos en la costa del
río Algarrobo Rojo, en Villarica donde viven muchos pobres y que se ubica cerca
de Almohada del Perro y a cien kilómetros del cruce a Paso de las Pulgas, cerca
de Quemú-Quemú.
Wilson el Aceitoso
A leer y a reír!
ResponderEliminar#TodosSomosFilomena jajaja!
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